Botox, ¿una opción viable?

Mucho hemos escuchado del Botox, esta sustancia mágica que se aplican las famosas para “borrar” sus arrugas y lucir perfectas. Pero, ¿cómo funciona? ¿puede utilizarlo cualquiera? ¿Cuáles son sus efectos secundarios? Aquí, lo básico que tienes que saber antes de decidirte a eliminar tus imperfecciones.

El Botox es una sustancia química utilizada por los doctores para remover arrugas faciales de forma temporal. Fue introducido al mundo a finales de los años 80 por los oftalmólogos, quienes lo utilizaban para tratar desórdenes de los nervios ópticos. Casi 20 años después, fue aprobado por la Food and Drug Administration para tratar las líneas que se forman en la entreceja, y desde entonces su popularidad fue en aumento. Hoy día, el tratamiento con Botox es uno de los cinco procedimientos cosméticos no-quirúrgicos más realizados por año.

A diferencia de otros tratamientos estéticos que “rellenan” los surcos de las arrugas, las inyecciones de Botox paralizan o debilitan ciertos músculos faciales al bloquear algunos nervios. Al contraerse, estos músculos crean las tan odiadas arrugas. Los efectos de esta sustancia duran de tres a cuatro meses; sin embargo, en la actualidad se han desarrollado sustancias que alargan este período.

Además de las líneas que se forman entre las cejas, el Botox se utiliza para eliminar temporalmente las llamadas patas de gallo, las líneas que se forman al fruncir el ceño y los surcos de la frente.

Entre los efectos secundarios se encuentran dolor en el sitio que fue inyectado, síntomas parecidos a los de la gripe, dolor de cabeza y estómago delicado. Las inyecciones en el rostro también pueden causar párpados caídos durante algunos días, y en casos aislados, durante varios meses.

Es importante saber que el Botox sólo deberá ser aplicado en el consultorio de un doctor o en un spa médico ¬–nunca en un salón de belleza o aplicado por alguien que no sea un profesional-.

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